No alucine con la IA: oportunidades y desafíos desde la estrategia hasta la operación
Cuando surge una tecnología disruptiva —electricidad, internet, telefonía móvil, redes sociales— brotan los “vende-humo” que prometen milagros instantáneos. Con la inteligencia artificial (IA) ocurre lo mismo. Desde 2022, impulsado por mi Maestría en Transformación Digital en el CESA, he pasado de la curiosidad académica a la implementación práctica: cursos especializados, una cátedra de IA aplicada al marketing, consultorías, modelos para optimizar la gestión de talento en empresas de más de 1 000 empleados y, más recientemente, agentes conversacionales que asesoran sobre pensiones y administran restaurantes. Cada proyecto confirma dos verdades: la IA ofrece ventajas tangibles, pero también impone retos que solo se sortean con método, realismo y una comprensión muy clara del negocio.
IA no equivale a despidos masivos
Quien pretenda ahorrar costes sustituyendo personas por algoritmos suele descubrir una aritmética engañosa. Implementar IA exige contratar o formar especialistas, pagar servicios cloud, gobernar datos y rediseñar procesos. El ROI no proviene de “sacar” dos o tres empleados, sino de liberar talento para tareas de mayor valor —innovación, servicio al cliente, crecimiento— mientras la IA asume labores repetitivas y de conciliación.
IA sí es motor de transformación digital
La IA ya está arraigada en la vida diaria —Alexa en los hogares, ChatGPT o Gemini en oficinas y aulas—, pero su impacto va mucho más allá de generar textos o informes. El verdadero beneficio surge cuando repensamos procesos completos: automatizamos la captura de datos, integramos pagos, ajustamos inventarios en tiempo real y convertimos al empleado en un analista que decide, no en un digitador que transcribe.
La IA debe ser rentable, no deslumbrante
He rechazado proyectos por presupuestos desproporcionados o promesas imposibles. Un despliegue sensato empieza pequeño, con indicadores claros y herramientas de bajo código o código abierto que acorten la curva de aprendizaje. El objetivo es concentrar a las personas donde se produce valor y medir el impacto con métricas de negocio, no con dashboards cosméticos.
Ir más allá de ChatGPT
ChatGPT es solo la punta visible del iceberg. El reto real implica escoger el modelo que mejor se adapte (open-source, propietario, especializado) y, sobre todo, reordenar la “casa digital”: datos limpios, APIs estables, flujos de trabajo rediseñados. La estrategia corporativa se reescribe, la estrategia digital se alinea y la cultura empresarial se transforma; sin estos tres engranajes, ningún modelo generativo soportará la carga operativa.
Cómo arrancar: un plan en cinco pasos
-
Reingeniería conceptual
Imagine su proceso ideal sin pensar aún en tecnología. Ejemplo: un restaurante donde el cliente pide por WhatsApp, paga en el mismo chat y recibe la factura y la calificación del servicio, mientras inventarios y KPI se actualizan solos. -
Formación del equipo
Todos —directivos incluidos— deben entender qué es un modelo de lenguaje, cómo se le “habla” y por qué necesita contexto. Invertir en alfabetización IA evitará la frustración de ver salidas absurdas producto de indicaciones ambiguas. -
Cambio de mentalidad
Pase de “buscador de información” a “analista de decisiones”. La IA no compite con su experiencia; amplifica su criterio permitiéndole dedicar tiempo a interpretar, no a recolectar datos. -
Herramientas abiertas e integrables
Favorezca plataformas que expongan API y evite soluciones cerradas que encadenan al proveedor. Así preserva la flexibilidad para escalar o migrar sin rehacer todo el stack. -
Prototipos rápidos y métricas claras
Inicie con un piloto acotado, mida tiempo ahorrado, reducción de errores o incremento de ventas. Convierta esas evidencias en casos internos de éxito que financien la siguiente iteración.
Caso rápido: el agente recepcionista de restaurante
Con unas pocas APIs REST —pagos, inventarios y planificación de cocina— y un prompt bien diseñado, el agente:
-
Toma pedidos por chat, recalcula precios y tiempos según stock y capacidad;
-
Genera enlaces de pago y confirma la transacción;
-
Descuenta insumos y alerta de faltantes;
-
Produce reportes diarios de ventas e inventario.
El resultado: menos errores humanos, clientes informados y gerentes concentrados en calidad y expansión.
La IA no es un remedio mágico ni un gasto ineludible: es una palanca formidable cuando se integra con visión estratégica, formación adecuada y un enfoque pragmático sobre la operación. No caiga en alucinaciones; aterrice las oportunidades, cuantifique los riesgos y avance paso a paso. Ahí es donde la IA deja de ser promesa y se convierte en ventaja competitiva.
Comentarios
Publicar un comentario